EL PROXIMO VIERNES 8 A LAS 11.30 CELEBRAREMOS EN EL PABELLON LA SOLEMNIDAD DE NUESTRO FUNDADOR

Más tarde, se les entrega el “escudo o emblema, con la cruz blanca catedralicia, sobre fondo rojo (campo superior) y los cuatro palos heráldicos del rey Jaime I, rojos sobre fondo dorado (campo inferior). Tiene, pues, dos cuarteles este escudo, que era de lana, como el hábito blanco y el escapulario y capilla. En épocas modernas, se usa de metal. Fue como una garantía de la Iglesia y de la Monarquía católicas ante los jefes musulmanes o “moros” que se sentía dueños de los cristianos cautivos en el norte africano.
Ya desde muy pronto los mercedarios, hijos de Pedro Nolasco, hacían el “cuarto voto”: Prometían quedar en rehenes, incluso con peligro real de entregar su vida, si fuese necesario, para salvaguardar, liberando la fe de algún cautivo en peligro. Hubo bastantes mártires mercedarios, que la Orden no canonizó, excepto San Serapio. Prefería entregar el dinero para la redención. El mismo Fundador, con el nominado Cardenal Ramón Nonato, no serán canonizado hasta finales de 1628, celebrándose los festejos al año siguiente en todos los conventos de la Merced de España, Francia, Italia y Sudamérica. Se calcula que, en sus primeros cinco siglos y medio de existencia, redimió en torno a 70.000 cautivos. Obra eximia de caridad, legado carismático permanente, recibido de San Pedro Nolasco, bajo la advocación de Santa María de la Merced. Actualmente se realiza el carisma en “las nuevas formas de cautividad”, según las circunstancias y urgencias de cada actividad, adaptándose a los diversos países donde La Merced está establecida.
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